Manuel Azuaga:
El pensador José Ortega y Gasset escribió: «Un historiador es un profeta al revés». La frase tiene su miga filosófica y nos habla —así al menos lo descifro yo, en mis cavilaciones— de la verdadera naturaleza del pasado, del poder adivinatorio del vestigium, que en latín significa «huella» y da sentido a la palabra «investigador», para así cerrar un hermoso círculo etimológico. En términos orteguianos, Luis Fernández Siles, Luisón, se convierte en el profeta al revés de un cachito de la historia ajedrezada, el que puso en contacto —y en conflicto— a José Raúl Capablanca y Alexander Alekhine, dos de las más grandes leyendas de las sesenta y cuatro casillas. El trabajo de exhaustiva exploración que alimenta los hechos narrados en este libro es también propio de un arqueólogo, de aquel que busca con empeño la verdad de las cosas, acaso sea para soplar sobre el polvo del tiempo.

Luisón:
Mi concepción general de este libro implica todo un reto, pues la mayoría de libros sobre historia del ajedrez no se preocupan tanto de que los comentarios a las partidas sean instructivos, mientras que los libros de colecciones partidas no profundizan demasiado en temas históricos. Yo he pretendido que el libro sea revelador y jugoso para los interesados en la parte histórica. Por otro lado, he intentado que el aficionado al ajedrez encuentre en las partidas un material que le aporte conocimiento y que sea útil para su progreso.