Interesante artículo en La Vanguardia. Diez aprendizajes del ajedrez para tu día a día
Jue 02 Sep 2021
Otra forma de ver ‘Gambito de Dama’: diez aprendizajes del ajedrez para tu día a día.
El ajedrez está de moda. La serie Gambito de dama (Netflix) ha despertado la pasión por este juego de estrategia que se despliega como un tablero de la vida. De origen misterioso, atribuido a la India o la antigua Persia, fue ampliamente difundido por Europa durante la Edad Media gracias a la Península Ibérica, donde adoptó la forma en lo que lo conocemos actualmente, con las piezas representando a las clases nobiliarias, eclesiástica y militar. Hoy, el ajedrez se erige como un espacio de aprendizaje que va mucho más allá de la estrategia y la capacidad analítica. El éxito de la serie se basa en el espíritu de superación que demuestra Beth Harmon (una estupenda Anya Taylor-Joy), quien, gracias a su integración de los aprendizajes del ajedrez, puede superar los reveses que le plantea la vida. La protagonista femenina desafía el tradicional machismo que ha acompañado al ajedrez, un juego profundamente arraigado en el ámbito ruso. Entre sus asesores técnicos, Gambito de dama ha contado con Garry Kasparov, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos que, poco después de retirarse, escribió Cómo la vida imita al ajedrez (Debate, 2016), un libro excepcional para comprender la simbiosis entre la vida y el ajedrez. Entre otras cuestiones, Kasparov plantea la necesidad de desarrollar nuestra habilidad para ver el panorama completo y poder manejar y aprender de las crisis. “En las encrucijadas que nos plantea el ajedrez, como en la vida, aprendemos quienes somos y lo que realmente nos importa”, asegura. Todos podemos jugar a ajedrez y adoptar sus recursos para la vida cotidiana. Tan sólo hace falta un tablero y unas piezas, o una tablet u ordenador. Sus reglas básicas son sencillas. Como nos cuenta Pepo Viñas, presidente de la Federación catalana de ajedrez, el éxito de la serie ha supuesto una avalancha de llamadas e interés por este juego en el peor momento. “Estamos percibiendo el impacto positivo de la serie dentro del mundo del ajedrez, pero hasta que no podamos reanudar las actividades, no podremos valorarlo.” Una herramienta de aprendizaje extraordinaria No obstante, no tiene ninguna duda en señalar los beneficios del ajedrez sobre toda la sociedad. “El ajedrez es una herramienta educativa extraordinaria para los niños, que mejora la capacidad de cálculo, la concentración y la comprensión lectora. Para la tercera edad, constituye una ayuda en las enfermedades degenerativas y, dentro de la empresa, es un recurso para la toma de decisiones o el análisis de proyectos.” En los tiempos que vivimos, el ajedrez también puede aportar foco, auto-reflexión, adaptación al cambio y toda una serie de habilidades que destacamos a continuación. Foco y visión global El ajedrez es un estupendo ejercicio de foco. Una práctica para saber centrar la atención en una cosa, una forma de permanecer en atención plena. Desde este estado, la dinámica del juego exige tener una visión global y estratégica. Las partes forman parte de un todo; lo individual obedece a un orden colectivo, de manera que hay que saber centrar la mirada en un detalle teniendo en cuenta la percepción general. Saber afrontar las cosas de igual modo en la vida cotidiana puede evitarnos ser simples e irresponsables. La sabiduría es saber integrar lo particular en lo global, ver las cosas como un todo orgánico, igual que en una partida de ajedrez. Estrategia La estrategia lo es todo en el ajedrez. Según sus bases, si te dejas llevar sin tener objetivos o pautas preestablecidas, entras en el juego del otro. Los jugadores de mayor éxito parten de una estrategia planificada que moldean y adaptan a las situaciones que se van presentando. Algo parecido sucede con nuestro propósito vital. Si no existen objetivos a largo plazo, las reacciones tienden a ser reactivas y podemos acabar perdiendo el sentido de nuestro juego en la vida. Hay un viejo dicho del ajedrez que dice que un mal plan es mejor que ningún plan. En la vida también es bueno tener un plan, y una estrategia para llevarlo a cabo. Toma de decisiones Este es uno de los grandes aprendizajes del ajedrez. Cada movimiento supone una toma de decisión, una encrucijada que resolver. Algunas de ellas son previstas y obedecen a un plan o expectativa; pero otras, nos sorprenden con situaciones nuevas con las que el rival nos reta. Lo mismo sucede en la vida. Quien sabe tomar las decisiones adecuadas camina con mayor naturalidad por su tránsito vital. Las decisiones nos definen y, en el caso del ajedrez, el estudio para saber cómo hemos llegado a ellas es una forma de autoconocimiento y análisis. El método del éxito puede basarse en analizar nuestras propias decisiones. Como dice Kasparov, “no se puede enseñar a tomar mejores decisiones, pero se puede aprender de uno mismo”. Adaptación al cambio Aunque el ajedrez sea un juego de estrategia, hay que tener cintura y flexibilidad mental para acometer todo aquello no previsto. A veces el rival nos sorprende, sacándonos de nuestras casillas. En la vida también. Somos de una manera, imbuidos por nuestras creencias y, en ocasiones, el juego nos obliga a reprogramarnos. A veces hay que poder cambiar para sobrevivir o vencer en una partida. En los momentos complicados es preciso valorar qué cambios son necesarios y por qué realizarlos. Aprendemos de las crisis o las derrotas y nos adaptamos al cambio. Cuando una estrategia fracasa, hay que saber cambiar a tiempo. Arte y ciencia Pese a que la mayoría creemos que el ajedrez es pura matemática, la realidad es que este juego no sólo vive del análisis racional, sino de las chispas de intuición y de golpes de ingenio o creatividad. En la historia ha habido jugadores ilustres como Marcel Duchamp, artista dadaísta de principios del siglo XX, para el que todos los jugadores de ajedrez eran artistas y veía en el juego toda la belleza del arte. La lógica, la memorización y la precisión en el cálculo son esenciales; pero también hay que tener en cuenta el elemento creativo, la sorpresa y lo inesperado. Garry Kasparov considera que el cálculo debe guiarse por una suma de creatividad y orden. El campeón ruso nos dice: “La intuición es un instrumento único para cada uno de nosotros, dando forma al estilo de jugador que somos”. Dentro del mundo del cine, Stanley Kubrick encarna al cineasta genial y analítico que forjó sus películas desde una precisión matemática aprendida en sus tiempos como ajedrecista. Más tarde, como director consagrado, hizo que el computador HAL venciera a uno de los tripulantes, en 2001, una odisea en el espacio. Superación Un buen rival desnuda tus carencias en el ajedrez. Te hace ver tus puntos débiles, los errores que cometes, señalando las zonas ciegas que no sabes ver. Aprender de la derrota y los pasos que damos en falso es importante. Saber que no hay vuelta atrás y conocer las propias debilidades son unas de las grandes cualidades que el ajedrez nos enseña. El juego nos hace averiguar los fallos cometidos por uno mismo, con el afán de superarnos. Revisar las partidas es una práctica constante de aprendizaje. Memoria La memoria es un músculo que, con el ajedrez, se desarrolla y expande. Se fijan las partidas, las posiciones, las estrategias, se revisan las propias jugadas y las de los grandes jugadores. Todo se procesa y almacena en la cabeza de un jugador de ajedrez, expandiendo los limites de la mente hasta unos niveles de memoria visual casi increíbles. El ajedrez traza un mapa de la mente, en compartimentos o cajones de la memoria perfectamente conectados. Gestión del tiempo En una partida de ajedrez el tiempo es fundamental. El control temporal llegó en el siglo XX, después de que en siglos anteriores una partida pudiera llegar a durar cinco días. Uno de los ritmos más clásicos en el ajedrez son noventa jugadas en noventa minutos, pero también hay modalidades frenética,s como la partida en un minuto, conocida como bullet. Jugando al ajedrez uno aprende a gestionar su tiempo Jugando al ajedrez uno aprende a gestionar su tiempo (South_agency / Getty Images) Jugando a ajedrez uno aprende tanto a dilatar el tiempo para oxigenarse, aunque la jugada esté clara, como a ser ágil de mente cuando no se dispone de él. Como plantea Pepo Viñas, “uno de los síntomas de madurez del gran ajedrecista es tomarse tiempo para hacer sus jugadas. El control de la pausa y el tiempo, lo son todo en esta vida“. Autoanálisis, conocimiento y reflexión El ajedrez te impulsa a la reflexión y, con ella, a descubrir quién eres. Cómo manejas las piezas, cuáles son tus estrategias preferidas, si eres de los que tiene una salida impulsiva y te gusta acorralar a los rivales o más bien eres cauto y te proteges hasta que ves tu oportunidad… A lo largo del juego, descubres y explotas tus talentos, siendo consciente de tus carencias. Las mil batallas libradas dan información, autoanálisis y grandes dosis de conocimiento acerca de uno mismo. Impronta personal La vida puede contemplarse como una gran partida de ajedrez, sin necesidad de que sea un combate. Simplemente, un camino en el que acertar con las decisiones y en el que planificar una estrategia, a veces cambiante, para dar con la felicidad. Tan sólo es necesario escuchar al corazón y mezclarlo con unas dosis de intelecto y conciencia. Lo importante es que todos juguemos nuestra propia partida, no la de otro. Como dice el maestro Kasparov “desarrollar nuestra propia impronta personal permite que tomemos decisiones mejores, que tengamos confianza en nuestros instintos y que sepamos que, sea cual sea el resultado, nos habremos fortalecido”.