1.3 Saiguin - Tal

Saiguin - Tal
Riga 1954

26.  Bf4 Nfd7 27.  Be3 Qc7 28.  Qa5 Bc3 29.  bc3 Ra4 30.  Qb5 Re7 31.  Ra1 Ba6 32.  Qc6 Qc6 33.  dc6 Nc5 34.  Ra4 Nba4 35.  Bc4 Bc4 36.  Nc4 Nc3 37.  Ra1 N5a4 38.  Bd4 Ne2 39.  Kf1 Nd4 40.  Ra4 Nc6 41.  Ra6 Rc7 42.  Nd6 b2 43.  Rb6 Nb4 44.  Rb4 Rc1 45.  Ke2 b1Q 46.  Rb1 Rb1 47.  Nc4

 

Tablas.

La 11ª partida podía ser la decisiva. Mi rival jugó al ataque (para recuperar puntos), pero logré defenderme y con un simple cambio podía haberme quedado prácticamente con torre de más. Fatalmente, en eso me vino a la cabeza la idea de una victoria espectacular. La situación en el tablero se agudizó; los dos reyes se vieron amenazados de mate; y de repente veo que toda la esencia de mi combinación radicaba en el movimiento Bf8-g5 (!!!). Pero como el alfil no puede moverse de esa forma, me vi obligado a abandonar.

Tuve la impresión (que nunca llegó a corroborarse) de que Saiguin no estaba muy contento con semejante victoria; en los dos últimos encuentros jugó algo cohibido, y le gané las dos veces.

Damski: Quisiera hacerte una pregunta al respecto. Esa búsqueda de victorias complicadas te ha costado y te sigue costando más puntos que a cualquier otro ajedrecista. ¿Acaso la vida no te ha enseñado nada?
Tal: Seguramente, algo sí me ha enseñado... A mi juicio, esto ya me sucede con menos frecuencia. Pero, a veces, te surge una idea tan interesante que el deseo de realizarla te domina por completo. Naturalmente, veo (como sucedió, por ejemplo, en el campeonato de la URSS de 1973 en una partida con Eugenio Sveshnikov) que existen "vías" mucho menos arriesgadas, pero la idea me tira tanto que no puedo buscar una verdad absoluta: prefiero seguir la voz del instinto.
Damski: ¿Abrigas acaso la esperanza de que tu rival se enrede, no sepa que hacer?
Tal: ¡No, en absoluto! No sé, casi le invito a ser coautor... Además, si veo un movimiento atractivo, ya no quiero que haya ninguno objetivamente más apropiado. Y si no lo quiero, pues ya no lo busco; y no lo encuentro.

Entre otros torneos de 1954 quisiera destacar el Campeonato Juvenil de la URSS, por equipos, en el cual por primera vez jugué en el primer tablero de la selección letona y tuve como rival a Boris Spassky, el líder de los lenigradenses. El torneo fue muy interesante: en el primer tablero se disputaron la supremacía cuatro futuros maestros internacionales... Boris Spassky y yo nos desafiamos mutuamente: él obtuvo siete puntos y medio de nueve posibles y yo hice tan sólo medio punto menos. Pero en uno de los encuentros logré realizar una combinación que me satisfizo muchísimo.